Los Sopranis españoles de
la segunda generación, Antonio y Jácome —casado éste con Margarita Scaglia— y los
hijos de éste matrimonio Rafael, Bernardo y Juan Bautista que se radican en
Sevilla, mientras Felipe queda en Canarias y en Cádiz se asienta Esteban, que se casa
con Luisa Gentil de Estopiñán —hija de Micer Esteban Gentil,uno de los genoveses
que financiaron a Colón en las dificultades económicas del primer viaje del
Descubrimiento.
En esta generación se consuma la consolidación gaditana en la persona
del primogénito, Jácome Cibo de Sopranis (1564-1614) que consigue entrar en el
cabildo gaditano por adquisición de una regiduría perpetua y el puesto de
sargento mayor de las milicias urbanas (1581) . Los ataques y peligros
permanentes que padecía la ciudad obligaron a la creación de un cuerpo militar
—dependiente del Capitán General del Mar Océano y de la defensa de Cádiz, duque
de Medina Sidonia quedando bajo la dirección de este Sopranis quien se destaca durante el ataque de Drake
(1586), aunque poco pudo hacer frente al asalto y destrucción de Cádiz,
llevados a cabo por el conde de Essex (1596). El invasor inglés, exigió 120.000
ducados por su retirada, llevándose como rehenes a los gaditanos más notables:
Jácome de Sopranis entre ellos. Su cautiverio en Londres duró hasta 1598. Doce
años más tarde, funda un mayorazgo: entre sus propiedades, «las casas
principales de su morada, que lo fueron de su padre Esteban de Sopranis, que
eran en la calle que llamaban de Sopranis, con seis tiendas que de ellas salen
a las calles Reales y sus almacenes
La «gaditanización» de estos
jóvenes, aunque sin perder nunca sus conexiones matrices, se va haciendo cada
vez más intensa. Para completarlo se hace casi profesión de fe del lujo y del
confort, no sólo como exhibición de la calidad social sino como una filosofía
de la comodidad que se practica como un hábito de vida. Así, buenas casas,
numerosos sirvientes, criados y esclavos, coches y caballos de rúa, plata
labrada y muebles vienen pronto a recuperar la imagen doliente de un Cádiz que
tardaba en reconstruirse después de su saqueo de 1596.
"crea vuestra meced que una
de las cosas que más deseo, después de la salvación, es verme en Cádiz gozando
del gusto de verme donde nací".